El Nuestro II
La huida de Juan despertó la furia de muchos en Telde. Uno de los que más, fue el Jefe de Escuadra de la policía de Telde. Noche tras noche, se acercaba a la casa dónde vivían las hermanas y la madre de Juan simplemente para molestarlas. Este hombre creía que Encarnación, la madre de Juan, sabía dónde se escondía su hijo, pero ni ella misma lo sabía. En esa época, poner un plato de comida en la mesa no era nada fácil, y eso lo sabía el Jefe de Escuadra que se dedicó a tirar la comida de la familia diciendo que ellos no tenían derecho a comer por esconder a un delincuente. Pérez, Moreno y Santana, los otros miembros de la escuadra, no daban crédito a lo que veían cada noche, las agresiones hacia aquella familia que no había hecho daño a nadie. Pero eran incapaces de llevarle la contraria a su superior. Desde la calle, escuchaban los sollozos y los gritos de la familia cuando el Jefe de Escuadra,a modo de despedida, les daba culetazos en los pies. Inocencia, la vecina de la familia, se cercioraba de que la cuadrilla se había alejado, cruzaba la calle y le daba a la señora Encarnación algo de lo poco que tenía de comida. La pobre, apenas probaba bocado, porque pensaba que lo que había era poco, y prefería darselo a sus hijos.
El jefe de Escuadra seguía yendo cada noche a ’visitar’ la casa de Juan. Pero nunca iba a la misma hora para mantener la tensión en la zona. Un día iba a las once de la noche, otro a las doce... Un día Santana se presentó ante el jefe de Falange de la Zona Sur, y le contó lo que pasaba. A partir de aquel momento, las persecuciones y las molestias se recrudecieron. Santana cambió de escuadra y los demás, en contra de su voluntad, siguieron esperando y escuchando los gritos de pánico.
La comida era escasa y de mala calidad en toda la isla. Los vecinos de Encarnación, se acercaban a su casa y le daban lo poco que habían conseguido de los dueños de las huertos cercanos a la carretera del Valle de los Nueve. La familia García, tomaba un pequeño respiro y, con miedo, esperaban a que llegara la noche para recibir a la tétrica comitiva.
El jefe de Escuadra seguía yendo cada noche a ’visitar’ la casa de Juan. Pero nunca iba a la misma hora para mantener la tensión en la zona. Un día iba a las once de la noche, otro a las doce... Un día Santana se presentó ante el jefe de Falange de la Zona Sur, y le contó lo que pasaba. A partir de aquel momento, las persecuciones y las molestias se recrudecieron. Santana cambió de escuadra y los demás, en contra de su voluntad, siguieron esperando y escuchando los gritos de pánico.
La comida era escasa y de mala calidad en toda la isla. Los vecinos de Encarnación, se acercaban a su casa y le daban lo poco que habían conseguido de los dueños de las huertos cercanos a la carretera del Valle de los Nueve. La familia García, tomaba un pequeño respiro y, con miedo, esperaban a que llegara la noche para recibir a la tétrica comitiva.
2 comentarios
Tania -
Intentaré darme mas prisa. Besos
Jesús -