El Nuestro

José Rodríguez Franco (El Faro de Maspalomas)
En los primeros días del levantamiento militar, la plaza de la iglesia de San Gregorio, había sido escenario de uno de los enfrentamientos más dispares y antagónicos. La muerte de un hombre que se encontraba subido a la azotea de la casa de una de las esquinas, atrajo la chispa que encendió la hoguera. Pronto se empezaron a crear historias y bulos. Se empezaron a barajar los nombres de los posibles autores de aquel disparo, entre ellos aparecía el nombre de Juan y el de su mejor amigo (que luego sería su compañero de escondite) Pancho Casimiro Brito, conocido como ’Casimiro’. La muerte de aquel hombre levantó mucha polémica y se practicaron detenciones. De algunos no se supo más. Los que consiguieron escapar, asustados, se escondieron en lugares inverosímiles.Era el 19 de julio de 1936
La guerra civil se extendía por todo el suelo español y miles de canarios tuvieron que marchar a la península para intervenir en la lucha.Unos, fueron voluntariamente y otros, fueron llamados apresuradamente a filas. Cuando se inició el Movimiento Nacional, Juan decidió no presentarse al cuartel por que se decía que era excedente de cupo, por lo que se le consideró prófugo.
El día 18 de julio del 36, uno de los que había dicho ser amigo de Juan, decía a los cuatro vientos que éste era contrario al régimen, y a pesar de que no tenía delitos políticos, comenzó una gran persecución en su contra. Para poder huir sin ser capturado, se dejó disfrazar de mujer y se trasladó a la casa de Manuel Moreno Galindo, un buen amigo suyo, propietario de una cueva. Un día le propuso irse del pueblo y trasladarse al barrio de Guanarteme de Las Palmas. Manuel era dueño de una furgoneta. Una noche escondió a Juan en uno de los bidones vacios y lo sacó de Telde. El viaje se efectuó sin contratiempos; sólamente fue detenida en la plazoleta de los Reyes por la Guardia Civil, sin ser detectada la presencia de Juan. Una vez en Guanarteme, se pidió asilo para Juan hasta que pasaran los peligros que lo acechaban. Nadie sabía quién era y muchos empezaron a llamarle entonces Juan ’El Nuestro’. Acabada la guerra civil, pidió trabajo en la Fábrica de Pescados y Salazones de la firma 'Lloret y Llinares', dónde permaneció desde el año 1939 hasta 1947, figurando en la nómina con su nombre y apellidos.
Sentía nostalgia por que echaba de menos a su familia y a su ciudad natal. Cuando supo que la guerra había terminado, se consideró liberado de todo lo que le habían inculpado cuando salió de Telde. Cada vez que veía a algun amigo teldense le paraba para que le diera noticias sobre su familia y el pueblo, y todos le aconsejaban que no volviera, que se quedara en Guanarteme ya que, por lo menos ahí tenía un sueldo y un trabajo. Cuando aún trabajaba en 'Lloret y Llinares', se promulgó un indulto a virtud de un decreto en el que eran perdonadas todas aquellas personas que no tuvieran sus manos manchadas de sangre. Pero Juan no se presentó por desconfianza.
Se dijo en aquel entonces (y todavía hoy se atreven a afirmar) que Juan era comunista y que había pertenecido al partido comunista. Es bastante curioso, ya que Juan tenía amigos en todos los bandos (anarquistas, socialistas, falangistas...) Los hermanos de Juan, Antonio y Paco afirmaron rotundamente que Juan jamás fue comunista.
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Lucía Jiménez -